Los terrenos que cuentan con la opción de regar los cultivos le dan más opciones al agricultor para que puedan sacarle mayor rendimiento a su trabajo. También es cierto que implican mayor inversión porque aplicar el agua tiene un coste adicional. El sistema para obtener el líquido, el equipamiento en la parcela e impulsarlo supone gastos.
“Para cualquier explotación agrícola el gasto energético tiene una gran repercusión en el coste de explotación por hectárea, por eso nuestra obligación es conseguir reducirlo”, diagnostica Jesús Ángel García, director técnico de Ingeniería Garmon.
Desde Garmon determinan que, hoy por hoy, la fuente de energía “más rentable, desde el punto de vista de costes de explotación, es la solar fotovoltaica”. La razón es que, una vez hecha la inversión, los costes de explotación solo ascienden a lo que supone el desembolso económico por el mantenimiento y amortización del sistema en su vida útil.
Se amortiza
El problema fundamental es el coste de su inversión inicial, la cual tarda en amortizarse, de media, entre ocho y diez años, con el ahorro que se obtiene respecto al coste energético de un suministro conectado a la red eléctrica. “Si la comparamos con un suministro con gasoil estos años de amortización se reducen notablemente, en torno a de cuatro a seis años”, asegura García.
La segunda fuente de energía más rentable es el servicio eléctrico optimizado. Es la más estandarizada, pues si la red de compañía está cerca, su inversión inicial es relativamente baja. En Garmon resaltan lo trascendente que es el término ‘optimizado’, pues existen suministros eléctricos qué, comparándolos con otros similares, presentan diferencias de costes de un 20 y un 30%.
“El inconveniente que tiene esta fuente de energía es qué para poder optimizarla adecuadamente hay que conjugar hasta ocho factores fundamentales, los cuales, adecuándolos a la demanda energética, nos pueden conseguir importantes reducciones en el coste de explotación”, matiza García.
De esta manera queda claro que en cada explotación agrícola hay que analizar cada una de sus circunstancias, y en función de estas determinar qué fuente de energía utilizar. El regante está obligado a analizar las distintas posibilidades del mercado, en cuanto a tecnologías y costes, para alcanzar la mayor rentabilidad de las explotaciones.
“Debemos tener en cuenta que el regadío, debido a su estacionalidad, se verá perjudicado en cifras de amortización respecto a cualquier otra inversión que se haga en actividades que se desarrollan durante todo el año”, explica García.
CAMPO publicación agraria de Castilla y León